Testimonio de un catedrático de Universidad, tras la visita a las escuelas Doaming
INVERTIR EN EDUCACIÓN, INVERTIR EN HUMANIDAD
Invertir en educación, invertir para humanizar: es lo que está haciendo con mucha sensibilidad y con mucho acierto la escuela San Pablo de Macau. Lo están haciendo sus directivos, los profesores, los mismos alumnos... todo el personal de la escuela. Porque la educación es el camino hacia una mayor humanización, invertir en educación es invertir en humanidad.
En la Escuela de Macau en este momento invierten en renovación tecnológica, porque hay que adaptarse a las condiciones cambiantes de los tiempos. Quieren que desaparezcan los libros de textos, para que los profesores y los alumnos no sufran problemas de espaldas cargando con pesadas mochilas. Pero, sobre todo, para que la educación sea más eficaz, más integral, más completa. Porque las nuevas tecnologías son una excelente oportunidad para mejorar la educación. Hay que invertir dinero, esfuerzos, entusiasmo... para que la educación permita mayores niveles de conocimiento y de humanización. En esta empresa están implicados con todo el entusiasmo directivos, profesores, alumnos... Se trata ya de un proyecto piloto, que entusiasma en la ciudad de Macau y más allá de sus fronteras.
Pero la Escuela de San Pablo está invirtiendo también en la educación de otros niños que no tienen acceso a tantas facilidades tecnológica. También ellos tienen derecho a la educación y, por supuesto, a crecer en humanidad. Son niños del Continente, de lo que hoy se llama ""main China"". Para ellos la Escuela de San Pablo de Macau está construyendo y sosteniendo unas escuelas rurales en Kunming. Son ya cuatro y, con la colaboración de todos, se espera seguir construyendo más escuelas en aquella zona.
Ese inapreciable servicio a aquellos niños y a aquellas comunidades rurales se lleva a cabo gracias al aporte económico de directivos, profesores, alumnos de la Escuela de San Pablo. Y gracias a otras personas e instituciones que se han entusiasmado con el proyecto. Porque aquellos niños y aquellas comunidades necesitan y merecen, tienen derecho a todo nuestro apoyo. Y el proyecto sigue adelante sobre todo gracias a la coordinación de los directivos de la escuela de San Pablo y a la gestión esforzada y responsable de algunas personas que se dedican en cuerpo y alma a cuidar de aquel proyecto educativo.
He tenido la inmensa suerte de visitar en vivo y en directo durante unos días aquellas escuelas y aquellas comunidades. ¡Ojalá otras muchas personas tuvieran la misma suerte! Una visita es suficiente para convencerse de la importancia que tiene invertir en educación para facilitar la humanización de las personas. La pobreza es una desgracia que deshumaniza a muchas personas. La primera víctima de la pobreza suele ser la educación. O porque no hay recursos económicos para poder acceder a ella. O porque las familias pobres necesitan la mano de obra infantil para sostener la economía familiar. Por eso, hace muy bien la Escuela de San Pablo en proporcionar los medios suficientes para que la pobreza no prive a aquellos niños de la educación. Ahora tienen escuela, tienen libros de texto, cuadernos, material escolar... Una visita a estas escuelas es suficiente para llenar la mente de reflexiones y el corazón de sentimientos.
A quienes han contribuido y están contribuyendo a esta empresa los niños, los maestros, las respectivas comunidades rurales... les reciben con sonrisas y cantos, y les agasajan con comidas sencillas pero llenas de calor. Son el testimonio de una enorme gratitud, porque esas cuatro escuelas están cambiando el destino de aquellas comunidades y de aquellos niños. Es una experiencia singular contemplar sus rostros quemados por el sol, pero resplandecientes por las nuevas oportunidades de educación. Quienes han tenido esta iniciativa y quienes han colaborado en ella tienen el reconocimiento y la gratitud de aquellas gentes.
Ahora sólo queda continuar esta excelente iniciativa. El éxito de esta empresa depende básicamente de las personas. De los directivos de la escuela de San Pablo, que siguen empeñados en promocionar la educación de la juventud más allá de las propias aulas escolares de Macau. De todas las personas que se han y nos hemos entusiasmado con este proyecto. Y, especialmente, el éxito y la buena marcha dependerá de las personas que allí están trabajando por el buen funcionamiento de este proyecto educativo: las personas que trabajan diariamente para coordinar la actividad de las escuelas, los maestros y maestras que son el alma de la educación de aquellos niños, las comunidades rurales que deben cuidar sus respectivas escuelas como la mejor garantía de futuro para sus hijos e hijas.
Felicísimo Martínez